
Al final no puedo engañarme a mi mismo y realmente a lo que dediqué la mañana fue a ajustar el artefacto. Para ello escogí la zona sur de la Playa de Móncofar ya que podía simular una especie de circuito en el que tenía un camino de tierra que llegaba hasta unos escalones. La intención era probar por un lado las vibraciones en caminos y por otro los impactos de los escalones.
La primera prueba fue desesperanzadora: multitud de vibraciones y la cámara saltando de un lado a otro. Rápidamente comprendí que tenia dos problemas:
El primero consistía en fijar firmemente la cámara al cuerpo para eliminar los temblores.
El segundo era conseguir el ángulo adecuado para que cuando me situase en la posición normal de marcha la cámara enfocase al lugar deseado.
Las vibraciones las eliminé rápidamente gracias a que la funda que compré tiene dos anillas laterales y con la correa ajustada a mi espalda consigo que no se separe de mí. Luego tuve que añadir una segunda correa para que ejerciese fuerza hacia arriaba. El efecto conseguido es algo así como el de las cuerdas de una tienda de campaña.
Para obtener el ángulo correcto utilicé la propia correa de la cámara (la destinada a pasar por mi muñeca). La tiré hacia arriba y la até a uno de los pasos del tubo del agua de la mochila, tensando lo necesario para que el objetivo apuntase bastante alto.
Al final el resultado fue bastante bueno: las vibraciones desaparecieron y la única pega que queda es acertar con el angulo ya que vas a ciegas.
¡Ah sí! La cubierta va de puta madre.
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