sábado, 18 de octubre de 2008

Mi primera marcha BTT: Montes de la Cañada 2008

Aunque con un poco de retraso os aburriré con una batallita de finales de Septiembre, mi primera marcha ciclista de montaña...

Algunos días antes

Se acercaba el día de la Marcha BTT Montes de La Cañada y ya llevábamos un par de años pensando en participar. De todos modos iba a ser la primera marcha para Elías y para mí y pensábamos en correrla con tranquilidad. Tanto era así que teníamos conversaciones como esta:
"Que no, que no Jesús, que no me voy a picar. Hace tiempo que perdí la dignidad y el espíritu competitivo. No me importará quien me adelante, yo voy a ir a terminar la carrera."
"Elías no sé tú pero yo pienso ir a rebufo del coche escoba."
Y llegó el Domingo 28 de Septiembre

Finalmente quedamos Elías, Diego y yo para hacer la marcha. Había estado lloviendo bastante durante los días antes así que, aunque había mucha, tal vez no había tanta gente como era de esperar.


Con mi primer dorsal, el 416, me situé con Elías en la parte final del pelotón para no molestar y tomarnos las cosas con tranquilidad. Diego se fue más adelante y no lo volveríamos a ver hasta dos horas más tarde. Entonces nos dieron la salida neutralizada en la que se daba una vuelta por el pueblo y la gente empezó a adelantarnos como loca: grupos 2 o 3, de 7, solitarios, más y más gente, hasta un abuelo con una bici diminuta y chirriante que llevaba una bolsa de Mercadona colgando del manillar (presumiblemente con un bocadillo). Elías y yo nos mirábamos con cierto asombro pero sin ninguna vergueza y de vez en cuando yo miraba atrás por si venía el coche escoba pero ni rastro. Nos habrían adelantado unos 50 pero aún quedaba mucha gente por detrás.

Primera vuelta: el videojuego.

Entonces cruzamos la salida y comenzó la primera vuelta. Íbamos cogiendo ritmo pero todavía nos iban adelantando y la cosa siguió así hasta más o menos el tercer kilómetro. Fue entonces cuando le dije a Elías que teníamos que pasar al padre e hijo de unos 10 años que iban justo delante nuestro porque empezaban a estorbar. Dicho y hecho y lo siguiente que vimos era un grupo que nos sacaba un poco de distancia. Los cogimos y los pasamos, lo malo es que delante había otro grupos. Los cogimos y los pasamos, pero, volvíamos a ver más gente a nuestro alcance... La historia se repetía una y otra vez.

La marcha se había convertido en un maldito videojuego arcade en nivel fácil. Era como jugar al Outrun en vivo adelantando y adelantando. Fue así como llegamos a una bajada conocida que termina en un giro de 90º bastante estrecho. Le dejé un poco de distancia a Elías por delante y miraba hacia atras por si venía alguien inexperto que me pudiese tirar en la frenada. ¡Despejado! Tomo la curva y... ¡Elias en la cuneta! Bueno más bien en el cauce del Turia.

Ramas y arbustos impedían verlo claramente. Sangraba por la rodilla.

Elías ¿estás bien? - Pregunté preocupado.
Sí tranquilo, no es nada. -Entonces mi cara cambió convirtiéndose en una mezcla de enfado y cachondeo.
Pero tío... ¿Cómo te caes en esa curva? ¡La conocemos de sobra!

En fin, encima de caerse tuvo que aguantar mi bronca y el cachondeo posterior con los colegas.

Reanudamos la marcha y seguimos adelantando a más y más gente durante el resto de la vuelta, bastantes más de los que nos adelantaron durante la vuelta neutralizada.

El maldito gordo cabrón de azul.

Al pasar por meta y comenzar la segunda y última vuelta las cosas habían cambiado. Ya no se veían grupos y la cosa se había estirado bastante. No se veía a casi nadie por delante ni por detrás. Con unos 200 m de ventaja rodaba un biker corpulento con mallot azul. Pensé que lo alcanzaríamos poco a poco pero, un par de kilómetros más tarde, seguía ahí.

Fue entonces cuando, al pasar por la curva de la caída de Elías, se adueñó de mi un sentimiento casi desconocido: competitividad. Me giré hacia Elías y con mirada obstinada grité:

¡Vamos a por ese maldito gordo cabrón de azul!
Ja ja ja ja ¡Que picado que eres! - Contestó

Pero el gordo cabrón de los huevos tiraba bastante para nosotros, al contrario de lo que pensaba, se nos iba un poco en las numerosas pequeñas rampas que había. De todos modos hacía rato que me había dado cuenta de que yo iba bastante bien en los llanos, me percaté de que después de las subidas, casi todos se tomaban un respiro y que a mí no me hacia mucha falta. Decidí usar eso contra el maldito gordo, no podía hacer otra cosa en realidad.

Una pequeña rampa y se abrió ante nosotros una de los llanos más largos. Poco a poco nos acercábamos, ¡lo estábamos consiguiendo! De repente estaba a su altura y el maldito gordo de azul resulto ser... ¡Un señor de unos 60 años! ¡Joder!

Era momento para malas noticias: el hombre respondía al pique, yo había gastado casi todas mis fuerzas y se acababa el llano. Y así, una vez más en mi vida, tuve que ver como un anciano me superaba en una subida. Lo tenía otra vez delante y tenía que esforzarme para mantener su rueda.

Elías nos alcanzó al poco tiempo y se convirtió en un espectador de lujo durante el siguiente kilómetro que era de terreno mixto: yo le pasaba en los planos y el hombre me aleccionaba en las subidas. ¡Diosssss! ¡No se acababa nunca!

Pero el pique parecía pasarle más factura a él (que poca vergüenza tengo al afirmar esto: 32 años contra unos 60) Se acercaba la subida más larga y aunque en principio le tenía que favorecer presentía que ahí conseguiría adelantarlo definitivamente.

El último adelantamiento.

Comencé la suave ascensión a su rueda y a los pocos metros se confirmaron mis sospechas: yo podía ir más rápido. Tenía que adelantarlo pero el rodaba por el lado fácil y me tuve que salir por su derecha donde las piedras sueltas y las grietas me dificultaban mantener la velocidad. Justo cuando estaba terminando de sobrepasarlo alguno de los obstáculos me lanzó contra el. Faltó poco para tirarlo y me disculpé por ello. Fué el broche de oro a nuestro pique. Después de eso se quedó atrás y no lo volví a ver.

Y sobre esta batallita sólo me queda decir:

Amigo, si por casualidad lees esto, ni que decir tiene que lo de gordo cabrón no iba en serio y fue fruto de la adrenalina.

Tramposos y más tramposos

Elías tenía ahora mucho mejor cara que yo, me sobrepasó en la subida y a duras penas podía seguir su rueda. Pero se acabó, los 3 km que quedaban eran prácticamente llanos y no se veía a nadie delante. Elías no parecía tener ganas de subir el ritmo y yo decidí terminar quemando mis últimas fuerzas intentando alcanzar a alguien más así que lo pasé. Poco después divisé a un globero, iba muerto. No lo entendía, con esa velocidad ni de coña podría haber rodado 36km por delante mío. Lo adelanté fácil y vi a otro mas adelante que no marchaba más rápido que el primero ¿cómo podía ser? Quedaba poco para meta pero lo justo para pasarlo y así ocurrió.

La explicación es bien fácil: hay gente que da unos tres cuartos de vuelta y se espera a ser doblada para terminar completando sólo una. Al final te dan tu posición en la llegada y las cuentas no te cuadran. Finalizaron unos 260 y yo fui el 202 de ellos. Pienso que hubieron entre 20 y 30 tramposos por delante de mí.



Y eso es todo de momento, ahora estoy planeando participar en la marcha de Moral de Calatrava pero eso será otra historia.

martes, 26 de agosto de 2008

El día de la etapa reina. Como torear y hacer MTB al mismo tiempo.

¡En marcha!

Viernes 15 de Agosto, al fin sale un día soleado y además resulta que era el día en que íbamos a hacer la salida más larga con las bicicletas.

Nos pusimos en marcha a las 10:30 y como siempre por allí: cuesta arriba. Dejamos Armaño y llegamos a Rases. Hasta ese momento todo bien, habían algunas cuestas duras pero asequibles.


Lo malo fue que al llegar a Rases nos encontramos con esas malditas rampas que, aunque pertenecen a caminos de tierra, se hormigonan para que los vehículos tengan tracción. Dicho de otro modo: la cosa empezó a ponerse bastante fea. Aguantamos bastante pero justo en la última rampa antes del cruce de caminos al que habíamos llegado el primer día tanto Beni como yo no pudimos más y tuvimos que rebajarnos a caminar.



En fin, después de eso alguna cuesta más y luego un ligero descenso para descansar. Íbamos buscando un cruce de caminos porque la ruta planificada era una especie de ocho y teníamos que tomar un camino a mano izquierda para después volver al mismo punto por el otro. Pero entonces lo vimos. Estaba allí y no nos dejaba pasar.

El secreto que Ernesto nunca contará a sus padres

Ante nosotros había una manada de vacas pastando y con ellas un macho enorme que nos miraba con cara de pocos amigos. La mala noticia era que el desconfiado animal estaba en la misma orilla de nuestro camino.

Pero antes de continuar hablaré un poco de los padres de Ernesto: se trata de una pareja aficionada al mundo taurino, no se pierden ni una sola corrida de toros de la tele, tienen DVDs de tauromaquia y cuando en Verano comienzan las fiestas patronales disfrutan de "els bous al carrer" (toros sueltos por las calles para quien no lo entienda). En resumen, son unos forofos de la fiesta nacional. Dicho esto sería obvio pensar "pues de tal palo tal astilla" ¿verdad?

Allí estábamos a unos 50 metros del toro, parados, pensando si había alternativa para esquivar a los animalitos no se fueran a molestar. No la había, así que Ernesto caló sus zapatillas en los pedales y se dirigío de forma decidida hacia el morlaco. Épico, si sus padres lo hubieran visto estarían orgullosos de él.



Pero nuestro bovino amigo sintió curiosidad y dio unos pasitos hacia delante quedándose justo en el centro del camino. Fue entonces cuando el heróico desfile de Ernesto se convirtió en una huída despavorida. Tengo que decir que no le vi ni dar la vuelta, debió ser el giro más rápido jamás dado sobre una bicicleta. Giró sobre si mismo mas rápido de lo que alguien lo hubiese hecho sobre un monociclo, de repente, en vez de alejarse se acercaba a mí acelerando. Si en vez de nueve hubiese tenido 18 piños habría llegado hasta el último esprintando. Huelga decir que el animal no se había molestado en seguirle.


Cuando me di cuenta Ernesto estaba casi en el Mediterráneo y Beni estaba frente al toro a unos 15 metros, parado. El bicho seguía con cara de mala hostia pero a Beni, pese a ir vestido de rojo, no le importaba mucho.

Finalmente se cansó de observarnos y se retiró a tres o cuatro metros de nuestro camino. Beni avanzó pasando por su lado y poco después le seguí yo. Me detuve y Ernesto no venía tras de mí. Me di la vuelta y se lo estaba pensando pero finalmente arrancó y menuda estampa ¡le faltaba camino a su derecha para pasar alejado del toro!



En fin, esperemos que sus padres nunca se enteren de esto. De todos modos, llegados a este punto, hay algo evidente que no podemos seguir ocultándo: Ernesto, eres adoptado.

De correlindes a cagalástimas

Seguimos subiendo por rampas muy duras en las que de vez en cuando caminábamos un poco para no perder la costumbre. De lo que no nos habíamos dado cuentas es que la posición del toro era justo la de la intersección que buscábamos y que, al concentrarnos en él, habíamos tomado la rama contraria, la de vuelta. El problema entonces fue que la ruta estaba pensada para subir por donde era más fácil y descender por la mayor inclinación, pero estábamos haciendo lo contrario.

Finalmente llegamos al punto más alto de nuestra ruta y lo celebramos con una foto triunfal digna de nuestra seriedad ante el reto acometido:



Después de eso comenzamos el descenso. Ernesto se escapaba gracias a su habilidad y Beni y yo bajamos más lentamente. Yo bajaba un poco más rápido así que en un momento dado se me ocurrió hacerle una foto en multidisparo.

Apareció entre los arboles con su estilo característico...



daba gusto verle...



su posición retrasada con respecto al sillín para tener más confianza...




pero ¡oye! ¡Que hay que girar! ¡Vamos nene que no vas tan rápido como para hacer un recto!



Bueno que se le va a hacer.


Después de eso seguimos por terreno mayoritariamente descendente hasta la vuelta a casa.

De compras

La tarde la dedicamos a hacer compras en Potes para la familia, etc. La cosa iba llegando a su fin y no nos podíamos olvidar de cumplir con la típica obligación.

lunes, 26 de mayo de 2008

Con barro hasta las orejas y maldiciendo la civilización

Sábado, 9 de la mañana. Llevo un rato dando vueltas en la cama, abro medio ojo y noto como la luz del Sol se introduce por la entreabierta persiana de mi habitación. ¿Sol? ¡Sol!

Tras dos semanas de mal tiempo amanecía de una vez con buen tiempo. Había que aprovecharlo y una hora más tarde estaba de nuevo en el Parque de Cabecera con rumbo hacia La Cañada.

Sí, el Sábado conseguí encontrar el camino que buscaba el Jueves y como había deducido aquel día, me había quedado muy cerca en mi primer intento. Al fin llegué al camino de tierra que bordea Quart y Manises y por el que, más tarde, se baja al río Turia.

Todo estaba muy encharcado, al principio intentaba bordear los charcos o, si no había posibilidad, cruzarlos lo más despacio posible. Poco después me dí cuenta de lo estúpido de esa estrategia y pasé a disfrutar como un enano cruzando los charcos sin inmutarme.


Más arriba me encontré con obras en el mismo cauce y me entristeció ver como se habían cargado una de las zonas más divertidas de esa ruta. Se trata de un tramo bastante estrecho que discurría entre cañizo que de vez en cuando golpeaba tu casco por su baja altura. Ahora hay una pista bastante ancha, con bastantes papeletas para ser asfaltada y eso incluye la zona de arena fina que había después, en la que te quedabas atascado, la angosta subida en la que los novatos echaban pie a tierra y la bajada posterior que discurría entre unos pocos arboles hacia una zona donde había colmenas. ¡Maldito progreso! ¡Maldita civilización!

sábado, 24 de mayo de 2008

Perdido en las cercanias de Paterna

El Jueves terminé medio perdido en algún punto situado entre Paterna y Quart. Se suponía que tenía que llegar a un cruce conocido entre Manises y Paterna y la verdad es que viéndolo después en Google Maps me quedé muy cerca y creo que ya lo tengo claro para la próxima vez. En fin, se hacía tarde y no había mucha luz así que las ganas de explorar se agotaron rápido.


De vuelta por el río surgió lo que podría llamarse "globero picado de antiguo cauce del Turia" Esa fauna parece estar esperando entre árboles a que aparezcas para arrojar el hígado adelantándote. Pues el pavo me adelantó con su bici cochambrosa de hace 15 años y pasé de él porque tenía que girar para abandonar el carril bici y meterme por la zona de arbolado y así "creerme" que estaba en la montaña. El caso es que él siguió por el carril bici que es plano y discurre en linea "recta" por el río y yo iba en zig zag y subiendo y bajando cuestecillas. Dos kilómetros después vuelvo al carril y oigo el ruido de un perseguidor, me giro y... ¡coño! ¡El globero! Que poco le había durado el ritmillo, cosa que confirma mi teoría sobre esta fauna de picados de río.

Pero lo mejor, o peor según se mire, estaba por venir. Llegaba a la esquina de mi calle bastante rápido y repentinamente un todoterreno aparcado delante empieza a acelerar fuertemente en marcha atrás.
¡Mierda!
Pensé, pero lo esquivé fácilmente porque el pavo iba embragado. La cosa no acababa ahí, sobre el capó del motor una mujer se agarraba mientras gritaba
!No! ¡No!
En un primer momento me pareció que la mujer se reía y que todo debía ser una broma. Justo entonces, nada más esquivarlos, tenía el coche detrás ya no iba marcha atrás y con el motor chirriando a tope ¡Brrrrrrrrrrrr! y la mujer ahora gritaba
¡No te llevarás a mi hija! ¡No te la llevarás!
Y no dejaba de repetirlo

¡Mierda!
Volví a decirme a mi mismo mientras pensaba egoistamente que como se librase de la mujer pasaría por encima mío sin bacilar. Me quité del medio y muy nervioso intenté llamar al 112 pero mi teléfono se apagó debido a algún bug del Nokia Sports Tracker. El teléfono tardaría bastante en encender pero afortunadamente salió gente de todas partes y el vehículo estaba rodeado, no pasaría nada. El final de la historia lo desconozco ya que al ver que la cosa se calmaba ligeramente opté por no quedarme de mirón.



martes, 6 de mayo de 2008

El invento en cuestión

Mi buen amigo Yorch me pidió unas fotos del artilugio, no es de extrañar porque él ya intentó montarse algo así. A riesgo de parecer un friki he sacado un par de fotos que voy a adornar con unas cuantas lineas.

Como dije hay dos problemas básicos:

1- Las vibraciones
2- El ángulo del objetivo.
3- El Maikelyakson. Nooooooooooooooooooooooooo!

Además recuerdo que la funda tiene un paso para cinturón que yo aprovecho para pasar el cierre de pecho de la mochila de hidratación.


Para eliminar las vibraciones hemos de conseguir que la cámara esté firmemente pegada al pecho. Esto se consigue con la correa de la propia funda con la que rodeo mi espalda a una altura más baja que la posición de la cámara (tensión hacia abajo). Por otro lado me conseguí una segunda correa (de teléfono móvil) que me paso por detrás del cuello (tensión hacia arriba). Así conseguimos un efecto similar al de los anclajes de una tienda de campaña. ¡Ojo! no seáis brutos tensando porque cargaréis vuestro cuello. También he de decir que yo sólo pongo en uso estas correas en el momento en el que quiero grabar algo.



Llega el momento de obtener un buen ángulo. Para empezar podemos cortar un trozo de espuma en forma de cuña que introduciremos en la funda y modificará la posición de la cámara. Finalmente ato una tercera correa, la de la cámara que normalmente usaríamos para rodear nuestra muñeca, a uno de los pasos del tubo del agua de la mochila (el situado más arriba). Estando de pie el objetivo debe apuntar bastante alto.

Y eso es todo. Quedaría muy profesional tener una cámara lápiz ajustada a algún punto del cuadro pero entonces este blog no tendría el nombre que tiene.

lunes, 5 de mayo de 2008

Segundo intento de ruta

Llegó el Domingo y con ello el segundo intento de alargar la ruta por La Punta. Sin embargo estaba un poco desmoralizado y opté por cambiar de estrategia: buscaría una ruta más corta. En vez de subir la montaña por donde siempre y después volver en dirección contraria, dejaría la montaña a mi derecha y seguiría una carretera que presumiblemente la bordeaba. Si todo salía bien llegaría a la misma carretera del día antes pero en un punto inferior, ascendería un poco y encontraría el cruce donde terminé el Sábado. Sería entonces cuando subiría la montaña por la cara fácil y el resultado sería una ruta casi circular.


Pero 6km despues de la salida, a la altura de Kerlux, vuelvo a percibir el ruido y recuerdo mi incumplida promesa de revisar la Merida en casa. El ruido sólo se producía cuando dejaba de pedalear así que dando un vistazo sobre la marcha a mi rueda trasera me doy cuenta de que está hecha un ocho. Me detuve y comprobé los radios. Todo en su sitio, no habían radios sueltos, así que decido continuar y no hacer mucho el bestia.

A partir de ahí las cosas van más o menos bien, mi orientación no falló y realmente la carretera bordeaba la montaña. Subo por la carretera que une Vall de Uxó y Chilches y encuentro el cruce del día anterior.

Tras tomar el cruce y ascender llegó el momento de colocar la cámara para grabar la bajada. Ya había cogido práctica así que antes de darme cuenta estaba comenzando a bajar, dejándome caer, trazando tranquilamente sin coger velocidad. Una curva a derechas, una pequeña recta y una curva a izquierdas. Me abro para tomar la segunda pero estúpido de mí me meto en una pequeña zanja de forma innecesaria. Al tomar la curva noto un sonido extraño... la rueda estaba en el suelo y al parar me doy cuenta de que un radio estaba partido.



¡Maldición! Aún quedaba el descenso fuerte. Lo tendría que hacer con extremo cuidado. No quedó otra, un "rac" "rac" continuo me recordaba el estado de mi rueda trasera así no era el momento de hacer el idiota y bajé a 30km/h por donde la semana anterior iba a 60.

No me quedaba cámara de recambio ni kit de reparación así que me concentré en no pillar ningún hoyo y conseguí volver a casa.

domingo, 4 de mayo de 2008

Intentando crear una ruta

Después de las pruebas de la mañana, el Sábado por la tarde intenté volver al mismo lugar de la semana anterior. La idea era alargar el recorrido enlazando con alguna otra loma.



Por desgracia la cosa no empezaba bien, sin comerlo ni beberlo las pruebas de la mañana habían resultado en una distancia de 27km así que no tenía muchas ganas de aventura.

Baje la montaña por la cara sur y seguí una carretera comarcal para ver a donde llegaba, me topé con un cruce con una carretera con tráfico y decidí dejar eso para los ciclistas de carretera.



Sin ganas ni tiempo volví sobre mis "pasos" y volví a hacer el fuerte descenso pero con más calma. Poco después, y ya en llano, empecé a oír un ruidillo periódico que me dio muy mala espina. "Esta vez he roto algo" pensé. Después de una breve parada en la que no encontré nada decidí revisarlo más tranquilamente en casa ya que me quedaban unos 5km para llegar. Por supuesto que un globero como yo olvidó por completo la revisión y eso tendría sus consecuencias al día siguiente pero eso es otra historia.

Probando el nuevo acople mi cámara digital

Aunque el título de este post iba a ser "Probando la cubierta Continental Vertical", en honor a mi recién adquirida cubierta delantera, el Sábado también estrenaba un nuevo invento para acoplar la cámara digital. Consiste en una funda de cámara perforada para que sobresalga el objetivo (idea original de Yorch). La funda tiene un paso para cinturón pero yo lo utilizo con el cierre de la mochila, así me queda a la altura del pecho.



Al final no puedo engañarme a mi mismo y realmente a lo que dediqué la mañana fue a ajustar el artefacto. Para ello escogí la zona sur de la Playa de Móncofar ya que podía simular una especie de circuito en el que tenía un camino de tierra que llegaba hasta unos escalones. La intención era probar por un lado las vibraciones en caminos y por otro los impactos de los escalones.

La primera prueba fue desesperanzadora: multitud de vibraciones y la cámara saltando de un lado a otro. Rápidamente comprendí que tenia dos problemas:

El primero consistía en fijar firmemente la cámara al cuerpo para eliminar los temblores.

El segundo era conseguir el ángulo adecuado para que cuando me situase en la posición normal de marcha la cámara enfocase al lugar deseado.

Las vibraciones las eliminé rápidamente gracias a que la funda que compré tiene dos anillas laterales y con la correa ajustada a mi espalda consigo que no se separe de mí. Luego tuve que añadir una segunda correa para que ejerciese fuerza hacia arriaba. El efecto conseguido es algo así como el de las cuerdas de una tienda de campaña.

Para obtener el ángulo correcto utilicé la propia correa de la cámara (la destinada a pasar por mi muñeca). La tiré hacia arriba y la até a uno de los pasos del tubo del agua de la mochila, tensando lo necesario para que el objetivo apuntase bastante alto.

Al final el resultado fue bastante bueno: las vibraciones desaparecieron y la única pega que queda es acertar con el angulo ya que vas a ciegas.



¡Ah sí! La cubierta va de puta madre.

jueves, 1 de mayo de 2008

MTB por El Vedat el día de los trabajadores

¿Hay mejor forma de empezar un festivo que con una salida mtb? Si tu respuesta es sí, francamente, no me interesa. El caso es que Diego, Elías y yo nos hemos plantado una vez más en El Vedat a dar una vuelta por la ruta de senderismo existente.



Todo ha empezado bastante normal hasta que se me ha ocurrido sacar el inventillo de la semana pasada para acoplar la cámara al manillar. A partir de ahí hemos intentado rodar unas cuantas escenas pero hay que reconocer que no han quedado muy bien. La cámara va demasiado suelta y vibra en exceso.



El caso es que me he visto obligado a seguirlos de cerca para poder obtener las imágenes, cosa que normalmente no consigo. Pero hoy el deber era el deber y he estado pegado a ellos tanto en las zonas rápidas como en las ligeras subidas. Claro que iba perdiendo el culo, ahogado, arrojando los pulmones por la boca y finalmente el agotamiento ha hecho que me comiese un árbol. Mi hombro izquierdo puede dar fe de ello, en ese momento la memoria de mi cámara se había agotado así que no quedará para lo posteridad.

En fin que ya tengo la solución para poder seguirlos de cerca: llevar siempre la cámara puesta.

lunes, 28 de abril de 2008

Por la ciudad ibérica de La Punta de Orleyl

El fin de semana se las prometía aburrido, sin gran cosa que hacer en la casa de mis padres en la Playa de Móncofar. Me había llevado la Merida para dar una vuelta pero hacía muchos años que no cogía una bicicleta por aquella zona.

Tenía planeado una especie de paseo para matar el tiempo: rumbo a la Playa de Chilches esperaba toparme con algún resto de la Torre Caída que no visitaba no sé desde cuando. Desde allí la idea era dar media vuelta y visitar la playa de Nules. Aburrido y llano.

Lo del ladrillo es alucinante, a veces no reconozco el que fuera mi pueblo. En fin, todo listo para urbanizar, puerto deportivo incluido. Así que de repente me encontraba en la playa de Chilches sin rastro de la torre caída. ¿Se la habrá terminado de tragar el mar? ¿Habrá sido ocultada por el urbanismo feroz? Tal vez simplemente no la vi.


Decepcionado di media vuelta y me puse rumbo a Nules pero a penas había pedaleado cuando una pequeña loma, que presumiblemente no superaba los 200m de altura, llamó mi atención. No debía estar muy lejos, menos de 10 km, y se veían construcciones así que debía tener caminos.

"A por ella" pensé. No tenía ni idea de cómo llegar pero intentarlo le daría emoción al tedioso sábado que me esperaba. Afortunadamente la carretera avanzaba perpendicular a la montaña y una par de puentes y una futura rotonda después (si hay algo que no falta en toda la provincia de Castellón son rotondas) me encontraba en las inmediaciones de esa "montaña".


Era el momento de no cagarla, así que pregunté a un hombre que trabajaba en su campo y me indicó por donde comenzar la subida. Todo era perfecto, el asfalto desaparecía y se convertía en tierra. Nada más entrar un cartel turístico, resultaba que aquello era una ciudad ibérica y el lugar hasta tenía nombre: La Punta de Orleyl.

Las sorpresas no acababan ahí, el camino era realmente inclinado con tramos asfaltados de cemento para que los vehículos que suben no pierdan tracción. Así que con un poco de esfuerzo se llega en a penas un km a los 200m de altura. Pero todo esto indicaba algo: la bajada debía ser realmente divertida y rápida.

Me empeñé en grabarlo pero no tenía nada preparado así que intenté acoplar la cámara en mi pecho, improvisación total claro. El tema salió como tenía que salir, mal, grabé una bonita escena de suelo. ¡No podía ser! Había que volver a subir y grabarlo y así lo hice. Intenté acoplar la cámara mejor y el resultado fue... malo. Rodé un bonito anuncio de mi Rock Shox Tora. Dos minutos de la horquilla subiendo y bajando. ¡Agggg! ¡No podía ser! Tenia que volver al día siguiente con algún invento que sujetase bien esa maldita cámara.

Así llegamos al Domingo, al menos el fin de semana estaba resultando interesante. El artilugio en cuestión era bastante cutre y consistía en una riñonera agujereada sujetada al manillar. De nuevo subí esa odiosa cuesta y antes de bajar una pequeña prueba. Todo parecía ok.

Tercer descenso y ya me resulta todo más familiar así que doy un pequeño salto al poco de salir al encontrar una piedra en mi camino y cuando llegué abajo minuto y medio más tarde el efecto de aquel salto había sido poner en pausa la grabación. ¡Diosssssssssss! ¡No era posible! Otra vez para arriba...

Cuarto intento y comienzo la grabación asegurando que no voy a volver a subir. Arranco y me dejo de saltos e historias, me limito a trazar sin dar a los pedales más que cuando la cuesta pierde bastante inclinación. Entro en el primer tramo de cemento, aquí es donde la cosa se pone interesante y subes a unos 50 km/h (repito que sin pedalear). Entonces ves el final del cemento y su unión con la tierra deja ver una pequeña franja que impresiona e invita a tocar los frenos. En realidad es lo que había hecho en las tres ocasiones anteriores pero mi peligrosa confianza en la Tora hizo que esta vez no lo hiciera. Una pequeña vibración me indicaba que había cambiado de superficie y al parecer aguantaba sobre la bicicleta. Esto me hizo llegar a los 60 km/h. La cosa se acababa, llegué al segundo tramo de cemento que marca el momento de clavar los frenos. Intente recolocarme en la zona izquierda pues la recta acaba en una curva de 90º a derechas. Pero eso me distrajo, cuando empecé a frenar me di cuenta de que era demasiado tarde. Una mirada al frente para saber lo que se avecinaba y una buena noticia: me esperaba un hospitalario arbusto que me abofeteó ligeramente la cara. Al final no fue para tanto y me salí a poca velocidad. Por suerte el objetivo estaba cumplido y todo estaba grabado.



Anécdotas y descensos a parte la ruta no esta mal para alguien que no tenga mucha experiencia. Pretendo volver otro día y enlazar con alguna otra loma vecina, eso sí, prometo bajar con más calma.